La historia.
En los pagos de los indios Kilmes, allá por 1730, empieza la historia de esta parte sur de Buenos Aires, camino de La Plata. Un hacendado dueño más tarde del territorio lo llamó San Juan Bautista. Por decreto gubernamental, en 1886, pasó a llamarse Florencio Varela.
Pero ¿quien fue don Florencio Varela?
Un escritor y político nacido en Buenos Aires y muerto en el exilio en Montevideo (escapando de Juan Manuel de Rosas, “el restaurador”) cuando apenas contaba con 40 años. Corta vida pero intensa: dejó 13 hijos, unos cuantos poemas de estructura neoclásica y el dudoso ejemplo patriótico de haber favorecido la invasión anglo-francesa a Buenos Aires, porque eso favorecía sus ideales de la republíca mesopotámica (Entre Ríos y Corrientes). Fue asesinado por unas puñaladas que le atravesaron el cuello y el pecho al regresar un mal día a su casa en Montevideo. Para su buen nombre anotemos que Domingo F. Sarmiento lo definió como: la naturaleza más culta, el alma más depurada de todos los sabios americanos. Sin duda que fue la pluma y la mente más lúcida en denunciar al “Restaurador”.
Presencia claretiana:
Por esa parte de la ciudad que experimentaba un crecimiento demográfico explosivo y en condiciones muy precarias llegó un día el misionero Daniel de la Sierra, en su bicicleta humilde y sus ansias de servir al prójimo. Era la década de los 60 y en la sociedad y la misma iglesia se vivían días agitados: la revolución cubana, el concilio Vaticano II, la revolución estudiantil de París, el triunfo socialista en Chile, el regreso de Juan Domingo Perón en Argentina…y el crecimiento de las Villas que se convertían en cinturones de pobreza y marginalidad bordeando las grande urbes.
Daniel de la Sierra había dejado sobre el escritorio su licenciatura en teología y había salido a la calle. A las calles terrosas y barrosas de las Villas. La organización popular, las cooperativas de ayuda mutua, el derecho a la vivienda, fueron las preocupaciones de su lucha con la gente humilde. Estuvo en la cárcel, tuvo que soportar la expulsión del arzobispado de Buenos Aires firmada por el cardenal Aramburu, pero recibió la comprensión del provincial Raúl Merhing y del obispo de Quilmes Jorge Novak. Daniel se fue a vivir por el barrio de Santa María de Berazategui. Cuando los claretianos de Argentina-Uruguay aprobaron en Capítulo provincial abrir comunidad en un barrio pobre, el obispado de Quilmes tuvo la prioridad.
El sitio elegido por el obispo Novak fue la parroquia de San Jorge, en Florencio Varela. En 1987 se formó la primera comunidad con los PP. Valentín Simón y Segundo Vega. También Daniel de la Sierra quien seguiría viviendo en Berazategui pero perteneciendo a la nueva comunidad.
Cinco años más tarde, el mismo día que en Roma se beatificaba a los 51 mártires de Barbastro, Daniel pasaba a ser beatificado por el pueblo como “el ángel de la bicicleta” al dejar su vida en una calle atropellado por un ómnibus.
En la proyección a futuro del servicio claretiano en el obispado de Quilmes se está estudiando abrir casa-misión para unir fuerzas con las organizaciones populares que están comprometidas con las causas de defensa de la mujer, propuestas para superar la violencia familiar, erradicación de la drogadicción, acompañamiento de los sin casa. Esto supondría dejar la parroquia de San Jorge con su buen servicio pero también con sus trabas funcionarias y burocráticas.
Direcciones:
COMUNIDAD MISIONERA
Calle 517 Nº 3559
1888 – Florencio Varela
Buenos Aires – Argentina
Tel. (54) 011 4355 0001
PARROQUIA SAN JORGE
Calle 517 Nº 3559
1888 – Florencio Varela
Buenos Aires – Argentina
Tel. (54) 011 4355 0001
e-mail: sanjorgevarela@yahoo.com.ar
Misioneros Claretianos:


