Ayuda a familias en grave necesidad convoca a Parroquia Basílica de Santiago

La iniciativa de otorgar un almuerzo-cena a familias de su entorno en grave necesidad como consecuencia de la pandemia que azota al mundo, ha puesto en marcha la Parroquia Basílica del Corazón de María en Santiago de Chile, y desde el 1 de junio ha más que triplicado a los beneficiarios.
La idea fue promovida por el párroco, Fernando Vega, a fines de mayo, en vista de los graves problemas sociales que han provocado en el país el aumento exponencial del contagio y el confinamiento en cuarentena, que, en el caso de gran parte de Santiago, ha cumplido ya tres meses y se ha hecho más estricto en los últimos días.
La parroquia ha permanecido así cerrada y sin ingresos. Obtener los recursos para el almuerzo solidario quedó librado a los aportes de la comunidad parroquial, y no ha sido defraudado. Ayudas en dinero y especies no han faltado hasta ahora para atender a una demanda que de entrada se suponía iría en aumento.
Necesidades de ayer a hoy
El barrio en que se ubica la Parroquia Basílica es el mismo donde se asentaron hace 150 años los primeros claretianos que pusieron pie en Chile y América, siendo la primera fundación que la Congregación lograría consolidar fuera de su natal España. Sector de suma pobreza en uno de los entonces extramuros de la ciudad, era símbolo del abandono y la ausencia de elementos básicos de desarrollo tanto humano como material. Labor encomiable de los claretianos pioneros fue atender no sólo a las grandes necesidades espirituales de su nueva grey, sino a las demás que como personas les eran agudamente desatendidas. Así, junto con enfrentar sabiamente las borracheras, cuchilladas, abusos familiares y abandono religioso que campeaban en el sector, aliviaron un hambre acuciante, atendieron enfermos, abrieron escuelas e iniciativas de trabajo, buscaron mejorar el entorno, fueron luz y esperanza para una barriada de la incipiente ciudad capital considerada hasta entonces “lo que arrojó la ola”.
Siglo y medio después, el que la Congregación nominara por décadas “barrio y comunidad de Belén” es absolutamente otro. Sector típico de clase media emergente, con un comercio y algunas industrias activos hasta la llegada del coronavirus, conserva, sin embargo, enclaves numerosos de pobreza oculta tras las rejas de añosos conventillos o las puertas de viejas casonas, donde los hacinamientos y precariedades de sus moradores son hoy focos de peligro en medio de la pandemia que afecta de forma especialmente preocupante a Chile.
A ello se suma la no menos oculta y vergonzante situación desmedrada en que han caído numerosas familias que antes disfrutaban de mejor estatus, debido a la pérdida de millares de empleos; primero por el violento y destructivo estallido social sufrido por el país en octubre pasado, y luego por la pandemia. El hambre se ha convertido así no en un fantasma olvidado por Chile hacía muchas décadas, sino en realidad cruda que azota hoy a un número creciente de familias.
Un socorro más que oportuno
Esta situación movió al párroco y hermanos de la comunidad claretiana a tratar de otorgar un plato abundante de comida que sirviera para almuerzo y cena a familias más necesitadas, al menos de lunes a viernes.
La iniciativa fue asumida con entusiasmo por el coordinador parroquial, Roberto Raposo, y su esposa, Pamela Montt, a cargo de la pastoral social. De ésta forma parte la comunidad parroquial Encuentro con Cristo, para cuyos voluntarios no ha sido novedad asumir el almuerzo solidario. Porque desde largos años han preparado cada jueves una cena para hermanos de la calle, que contra viento y marea salen a repartir por la noche en un ámbito mucho mayor que el de la parroquia.
La difusión del “almuerzo solidario” se ha ampliado a través de la misa dominical de mediodía que la comunidad claretiana celebra y difunde vía streaming desde la Semana Santa, con una convocatoria amplia. Por su parte Cooperativa, la principal cadena radial informativa, acogió el 5 de junio la iniciativa entre otras de ayuda solidaria, publicando los datos para nuevos aportes en su sitio https://www.cooperativa.cl/todospodemoshacermas/ .
De esta forma se vienen logrando generosas ayudas en dinero y especies, que permiten abordar la demanda creciente de tan crucial apoyo solidario. Se comenzó con 40 beneficiados, y al término de la segunda semana se entregaron casi 150 raciones.
Los aportes de feligreses y amigos son vitales frente a la realidad, ya que los recursos institucionales son escasos. La parroquia permanece sin ingresos financieros desde más de tres meses, los mismos en que el centro de Santiago donde ella se asienta se encuentra en confinamiento por la pandemia. Cuarentena que en las últimas semanas se amplió a 55 comunas de la región metropolitana de Santiago, que superan largamente los 8 millones de habitantes. Igual situación afecta a casi la mitad del país.
Un daño económico gigantesco provoca tal paralización en las personas, empresas, instituciones de todo orden, el trabajo y los ingresos familiares. Ello hace aun más valorable la forma en que se siguen sumando colaboradores al almuerzo solidario de la comunidad claretiana pionera en Chile y América.
Por: Alfredo Barahona Zuleta